No dejaré que tu corazón se entristezca, que se mezcle con lo que podría causarte inquietud.
El mejor regalo que te puedo ofrecer es ponerme a tu lado y acompañarte con gratuidad.
Te ofrezco mi persona, mi amistad limpia, mi presencia acogedora y tierna.
¡Dios nos quiere alegres!.
No temas amigo enfermo que gritas desesperado, porque, dejando tu miedo fuera del corazón, liberarás tus facultades, tu mirada será limpia, sentirás una
alegría inocente, aquella en la que en medio de tu temor, te devolverá tu felicidad sobre la tierra.
alegría inocente, aquella en la que en medio de tu temor, te devolverá tu felicidad sobre la tierra.
Yo, ya te he tendido mi mano, ¿la sientes?.
No entristezcas; recuerda que la alegría engrandece tu alma, te une a otras personas, te regala vida y fortalece tu salud.
En vuestro ambiente frío, deshumanizado y muy vulnerable, me sucede que
“los mediadores preferidos de mi amor habéis sido vosotros, en medio de vuestra enfermedad”.
Con vosotros, Dios llega a mi intimidad y al centro de mi corazón. Por eso:
Siento que os debo tanto Queridos Enfermos.
Joseph Falcky
El llanto por dolor físico no tiene comparación con el llanto del alma desgarrada de dolor y soledad frente a la enfermedad...
ResponderEliminarCon tus palabras siento que desde lo más lejos o quizás desde lo más cercano , encuentro un lugar para sentirme acogida , abrazada y arropada en medio del silencio que calla mi voz . Gracias Joseph