Tú eres la vid verdadera,
Señor, tú eres mi vid.
Sarmiento soy de tu cepa,
sarmiento injertado en ti;
no puedo dar ningún fruto
si no vives tú en mí.
Estoy, Señor, en tus manos,
Te vuelvo a dar hoy el sí;
arranca cuanto esté seco,
cuanto quieras poda en mí.
Tu savia pido, Señor,
que es vida para mi vida;
que regenera mi alma
y la colma de alegría.
Permanecer en tu amor,
saber que yo soy tu amigo;
no tengo ya más deseos
que vivir siempre contigo.
Mons. D. Felipe Hernández Hernández
Obispo Emérito
No hay comentarios:
Publicar un comentario